27 noviembre, 2017

Día del maestro, pero sólo uno.

Día del maestro. ¡Tachán! Hoy. Sólo hoy. Mañana ya si eso... A otra cosa, mariposa. ¡Qué viejuno suena eso, por Diós! ¡Mariposa! Las mariposas siempre quedan viejunas o pánfilas en un texto. Pero estamos con el día del maestro. Volvamos. Pues sí, San José de Calasanz pone el santo para celebrar el día de los profesionales de la educación. ¡Ya ves tú, un santo! Podrían haber puesto a una cupletista o a un monosabio como referente. Hoy tengo el día viejuno, pero muy viejuno. Vuelvo otra vez. El día del maestro. Un día, ni más ni menos. Los otros 364 ya los tenemos ocupados con celebraciones y recuerdos varios. Y no me quejo, conste. Aunque me escuece. Porque que la sociedad entienda que debe haber un día del maestro es prueba clara de que los maestros y profesores son especies jodidas. Muy jodidas. Que yo sepa, no hay un día del consejero de ENDESA. Ni un día internacional por los agraciados de la lotería. Ni tampoco un día del pijo. Del pijo... me refiero a la pijería inútil e insultante que lo tiene todo hecho. No me refería al pijo ése... no, más abajo,.... Bueno, se me entiende. Que igual también hay un día del pijo ése de más abajo. A saber.

Los maestros y profesores. Una especie de difícil vida. De complicada existencia. Unos mártires, según testimonios varios que se pueden escuchar por la calle y en muchos corros de entendidos. Y lo confirmo. Sí, confirmo que son unos mártires. Siempre criticados por todos. Y no siempre es fácil su trabajo. Más bien se hace difícil lidiar con las trampas que se encuentran en el día a día. Pero, cuidado, que no estoy hablando de los chicos y chicas. No se me vengan a lo fácil. Ya, ya sé que muchos estarán pensando en que la juventud es muy mala. Malotes todos los jóvenes. Maleducados. Insensibles. Y muchas otras tonterías que se utilizan como matracas en los mismos corros de entendidos. Pues no. No estoy de acuerdo. En una ocasión dije en público que aún no me había encontrado nunca con un chico o chica que pudiera decir que es mala persona. Lo dije y debo ser esclavo de mis palabras. Aunque esta vez no. No tengo que ser esclavo y me reafirmo. ¡Joder, para una vez que lo acierto! Vuelvo a decir: no hay un solo chico o chica que sea mala persona o que quiera hacer el mal o que disfrute haciendo daño. Ni uno. Pero..., siempre hay un pero. Pero, digo, sí que hay muchos adultos inconscientes e irresponsables. Muchos. Y también malas personas. Y a veces incosncientes, irresponsables y malas personas. A ellos hay que apuntar. Porque son precisamente esas malas personas, irresponsables o inconscientes, las que dejan a sus hijos abandonados delante de la tele. O son esas malas personas las que se olvidan de que no hay nada más importante en sus vidas que esos niños. O son esas malas personas las que ofrecen su peor versión para hacer sufrir a los más débiles. Son esos adultos a los que habría que suspender y castigar y reeducar con clases de refuerzo. No a los chicos y chicas. Ellos sólo necesitan a alguien que les ayude a crecer. Los niños y los jóvenes sólo desean ejemplos a seguir que les ofrezcan atención, seguridad y alegría por vivir. Ni más ni menos eso es lo que necesitan. Y no es mucho pedir. Pero un momento que no hemos acabado aún. Porque son también esas malas personas las que no legislan para tener una educación que convierta a los niños en seres con oportunidades. Se olvidan de hacer leyes eficaces que ayuden a crecer en libertad y en igualdad de condiciones. Son los mismos que regatean un euro en recursos a la educación. Son los mismos irresponsables que confían en que los maestros y profesores sabrán pasarlas canutas para compensar lo que ellos niegan o no hacen. La educación necesita recursos y una sociedad comprometida. Y no comprometida con los maestros, sino con sus jóvenes y con su porvenir.

Hoy es el día del maestro. Aunque, después, tendremos 364 días en que los adultos confiaremos en los maestros olvidándonos de ellos y dejando que la educación sea la primera criba para que los menos favorecidos comiencen a sufrir ya desde bien pequeñitos. ¡Benditos maestros! ¡Benditos chicos y chicas! ¡Malditos adultos!

No hay comentarios:

Nos gustará escuchar tu opinión, aquí