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02 agosto, 2016

Rajoy presidente, pero ya

A ver, tenemos lo que tenemos. Y no hay más, por mucho que nos emperremos. En la caverna hay lo que hay y falta lo que falta. Sí, ya sé que ya hablo como El Pasmado -también conocido como Rajoy-, pero es que la caverna no da para mucho más. Siendo todo como es, estando todo como está, que gobierne el PP de una puñetera vez, que gobierne y que sus ocho millones de entusiastas se corran de placer, que se revuelquen de gusto estirando espamódicamente la patita por el gustirrinín. Que sigan alardeando de pureza con sus rojigualdas en las muñecas o con esas cintas en el sombrero o luciendo los ribetes de esos polos horteras. Sumerjámonos en la mediocridad de la "España llena de españoles" a la que nos empuja el cafre. Porque, llegados a este punto, deberíamos empezar a creer que esto es lo que nos merecemos. Sí, ya sé que tú no y que yo tampoco, pero vivimos en un tiempo en el que nos empujan al precipicio sin remisión ocho millones de acríticos, de adocenados timoratos, de fieles al aborregamiento más burdo y barato. Ocho millones dispuestos a loar las medioverdades o las mentiras de unos mediocres asentados en el poder. Es así. ¡A jodernos! Que gobiernen y continúen con sus políticas de poda y mentira, de exacerbamiento del espíritu más nacional y primitivo. Que gobiernen y continúen menospreciando nuestra opinión, nuestros deseos y necesidades, que continúen pasándose por los albaricoques nuestro futuro y nuestra felicidad. Que continúen robando, a manos llenas, que continúen expoliando el patrimonio de todos, que nos empujen a la pobreza a cambio de llenar hasta reventar sus bolsillos. Tiene razón González. Al fin y al cabo el ya vive en la órbita de los que se mojan el culo en un yate sin que tengan que hacer nada especial para conseguirlo. Que Rivera se deje de pasarelas parlamentarias. Este chico está hecho para las pasarelas, pero siempre el mismo culo cansa. Rivera, tú tampoco eres tan diferente. De hecho eres igual, aunque cuides los pasos de la pasarela. Así que votadles ya. Que gobiernen. Y, mientras tanto, seguiremos cultivando la esperanza. Porque de eso sí que tenemos hasta hartar.

12 julio, 2016

Pablo Iglesias y los mayas

No me acuerdo exactamente del título del libro. Creo que el autor es Marvin Harris, aunque tampoco puedo asegurarlo. Tengo que repensar muy seriamente esta mi desgana por la erudición. ¡Con lo bien que queda eso de señalar la frase exacta, el autor, la página y hasta reproducir el pedo que soltó el autor cuando lo escribió! Soy un desganado. A veces he pensado que incluso es posible que con un par de buenas citas eruditas se ligue más. Ya me imagino paseando, sin prisas, acercando la mano a esa cintura sensual, como por casualidad, y soltar entonces algo así como "en la comisura de tus labios, se encuentra todo el dulzor del universo, como diría Catulo, un romano que escribió esos versos pensando en ti, seguro" -eso sí, mientras embestía a Lesbia antes de que regresara con su marido, pero esto ya no se dice. El caso es que yo no sé hacer estas cosas. El arte de la erudición se me antoja yermo, muy cansado y algo estúpido. Pero vuelvo a donde quería ir. Que me lío con cosillas varias y no me centro. Creo que fue Marvin Harris el que escribió en uno de sus libros que los mayas fueron capaces de dominar un vasto imperio, pero que en ese vasto imperio destacaba una zona relativamente cercana a la capital que nunca llegó a ser dominada. ¿Cómo es posible que un pueblo conquistador y poderoso no fuera capaz de dominar una pequeña zona, un pueblo insignificante y débil tan cercano a su capital? Pues Marvin Harris -creo que fue él- dice que por una cuestión de economía y efectividad. Cada año, los mayas celebraban no sé qué ceremonia -otra vez la erudición me falla, pero me lo invento y reconduzco-... ya recuerdo, era una ceremonia en honor al Sol y a los dioses de la fecundidad -lo de la fecundidad queda muy rebién y le da un toque de "uy, qué marrano". En esa ceremonia, los mayas sacrificaban a unos cuantos enemigos -ahora puedo darle otro toque dramático, para aumentar la tensión-, les ataban a unos postes elevados sobre una tarima muy alta y les sacaban el corazón mientras los pobres sacrificados agonizaban ahogados en terribles alaridos de dolor -ole y ole. Pero, claro, tener que ir a buscar cada año a unos cuantos enemigos para sacrificar, cuando las fronteras están muy y muy lejos, era muy molesto. Era mucho más económico no dominar una zona cercana a la capital. Era mucho más fácil montar una expedición, viajar un par de días, atrapar a unos cientos de indefensos enemigos y llevarlos de vuelta a la capital del imperio para sacrificarlos en una orgía de sangre. Conclusión, si tienes el enemigo cercano, no muy fortalecido y bien identificado como enemigo, siempre es más fácil y económico tener éxito en tus sacrificios.

Dicho esto, ¿qué tienen que ver los mayas con Pablo Iglesias? Pues que me da en la nariz que a Pablo Iglesias se lo ha comido la soberbia. Errejón, además de un buen estratega, lo tenía más claro. Si a Pablo no se lo hubiera comido la soberbia, habría calculado mejor y más friamente. Porque, si quieres que te identifiquen con un partido "transversal", de ideología algo indefinida y con aspiraciones a ocupar un amplio espacio hacia el centro -Aristóteles, el viejo Aristóteles-, debes cuidarte mucho de marcar claramente las fronteras con "enemigos" bien identificados a los márgenes. Hacia la derecha, no lo hicieron mal del todo, con una cierta indefinición con respecto al PSOE, aunque llevadera por el claro enfrentamiento con C's y PP. Pero, ¿y por la izquierda? Soy una persona que valoro enormemente a Alberto Garzón, ceo que es uno de los políticos más válidos y en el que yo confiaría sin muchos miramientos. Pero Garzón era ideal para Podemos cuando servía para marcar la frontera por la izquierda. Garzón hubiera sido ese reducto que los mayas nunca llegaron a conquistar para poder sacrificar enemigos cuando tocara. Como estrategia, marcar los límites por derecha e izquierda le hubiera dado a Podemos una cierta aurea de transversalidad y centralidad, puesto que los enemigos a derecha e izquierda existirían. Somos así de bobos y la naturaleza humana busca siempre el equilibrio y la equidistancia. Debe ser algo de cuando los primeros simios cruzaban las praderas o se colgaban de los árboles, ¡vaya usted a saber! Es igual, lo cierto es que la psicología ampara esta opinión de la necesidad de equilibrio. Así que, en política también, es conveniente que nos vean como equilibrados, si queremos pasar por ser personas en las que se puede confiar. Por cierto, ¿no era Iglesias un ferviente seguidor de Juego de Tronos? Pues Khaleesi no hubiera cometido este error de cálculo de principiante. Aunque con la melena de Khaleesi y unos dragones, todo hubiera sido más fácil, seguro.

27 junio, 2016

A tomar por culo con el lucernario

Por Diós, te vas unos días y se te pone la caverna hecha unos zorros. Todo manga por hombro. ¡Qué barbaridad! Me da en la nariz que por aquí se nos ha desbocado algún indeseable y nos lo ha destrozado todo. Hasta se nos han deshecho los bordados de las cortinas y las cenefas más altas de los capiteles, todo lo que nos hacía creer que teníamos un rinconcito muy mono en la caverna. Recuerdo que, hace unos meses, aún teníamos la ilusión de abrir un lucernario apuntando hacia el firmamento. Bien grande, allá, muy arriba. En el centro del techo de la caverna. Y nos pusimos a ello. Habíamos soñado con un gran lucernario que dejara entrar la luz del sol y, por qué no, también el aire fresquito del bosque. Pero nada. ¡El lucernario a tomar por culo! De repente, se nos ha venido abajo el techo para llenarlo todo de cascoques polvorientos y dejando al descubierto una roca muy dura de arañar. ¡Joder, con qué facilidad se nos deshacen los sueños! Parece mentira, un chasquido de dedos y se te queda cara de idiota cuando, al despertar, en lugar del unicornio, te ves al lado un viejo burro sarnoso. Pero así es la caverna. Y aquí nos tiene atrapados.

Y cuando en la caverna todo se nos llena de mierda y cascotes, también se escuchan ruidos de navajas y algunos comienzan a salivar en la promesa de darle un buen bocado a los heridos. Hay que comerse al incauto. Pero es que hay nalgas muy jugosas. Bueno, en realidad hay de todo. Hay nalgas jugosas y culos revenidos, seamos sinceros. No se me vayan a creer que aquí todos somos adonises y venuses. Además, también los hay de estilo plañideras. Estos lloran y lloran, pase lo que pase. Me ponen de los nervios. No los soporto. Buá, buá y buá. De ahí no los sacas. En lugar de ponerse a apartar cascotes y quitar mierda de en medio, se me ponen a llorar como niños timoratos. Y comienzan con sus mantras. ¿Qué hemos hecho? ¿En qué nos hemos equivocado? ¡Esto es el fin! Que no, que no, mojigatos. Que la caverna siempre ha sido la caverna y no la vais a cambiar en dos días. ¿Qué esperabas, tontín? ¡Deja de gimotear, caraculo, y ponte a limpiar cascotes! ¡Que hay que dejarlo todo listo para volver a trabajar en el lucernario! ¡Poco espíritu, Dios! En su defensa he de decir que igual que se ponen a llorar, también se me entusiasman y en seguida se creen que van a agujerear el techo de la caverna hasta llegar a tocar el mismísimo cielo. Son así.

Los otros, los peligrosos, los carnívoros, esos ya son otra cosa. Están muy atentos a las jugosas nalgas que han quedado al descubierto con el trajín. El que ayer era tu enemigo acérrimo, hoy es un dulce corderito que, de repente, te empieza a rondar. Hola, te dicen, y se te van acercando con las manos dispuestas a acariciarte la cintura. Melosos, se te arriman como ondulándose, esperando hasta que están bien pegaditos y pueden clavarte las uñas en el culo. Zas, se oye de repente una palmetada, y después el desgarro. Y la nalga ya te la han jodido de un zarpazo. Por eso tengo que ir con cuidado. Se me han herido varios en la caverna. Y los pobres están desconcertados y con el culo al aire. Ya están las hienas salivando alrededor, las oigo acercarse. Esto será el festin de los culitos tiernos. Las hienas comienzan con los cantos de sirenas: que qué bien tu y yo juntos, al fin; que qué pena que no nos hayamos visto antes, con lo bien que nos llevamos; que qué mal anteayer, cuando aún no nos entendíamos; que qué vamos a hacer el uno sin el otro,... Y las manos ya empiezan a rondar las nalgas. Afilando uñas. Alguno de los carnívoros hasta ha amagado con alguna reverencia para allegar así la boca a las jugosas carnes. Son capaces de cualquier cosa con tal de morder el inocente jamón. Se me acumula la faena.

Por cierto, cuánto culo, ¿no?

19 abril, 2016

Resultados 26J (o sobre los gurús de la bancada)

Escucho a Rajoy, a Pablo y a Pedro, también a Rivera. Incluso a Garzón. Y a todos les oigo explicar qué han votado los españoles y por qué lo han votado así. Nadie como ellos para entendernos, para explicarnos qué hemos hecho, por si aún no lo sabíamos. Esos no son políticos, son gurús. ¡Qué digo gurús, profetas es lo que son! Los especialistas en la hermenéutica del voto y de la voluntad democrática del pueblo. Me dejan babeando. Con la boca abierta y con cara de idiota. Porque nosotros no nos entendemos, pero ellos sí. Comienzan con aquello de, "...los españoles, lo que han querido votar es...", o con aquello otro de "...el mensaje que nos han enviado los españoles es...". Y a mí que me da por reír. Soy un desagradecido, lo sé, y espero se me perdone. Pero más allá de mi irrespetuosidad y mi escepticismo, lo que no entiendo es porque no coinciden ellos en explicar ese sentido que nosotros no entendemos. Si ellos lo entienden, ¿por qué carajo el sentido es diferente para cada uno de ellos? Joder, quieren hacernos creer que nos entienden, pero resulta que cada uno entiende lo que le sale del albaricoque. Pero quizás ése es otro enigma que solo ellos deben comprender y nuestras pobres entendederas no alcanzan.

Con mentes tan preclaras como las suyas y entendiendo tan bien el sentido de nuestro voto, hay una cuestión fundamental que tampoco comprendo. ¿Cómo es posible que después de cuatro meses y entendiendo tan bien entendido el "mensaje del pueblo español" no hayan encontrado aún la manera de plasmarlo en un gobierno? Porque entender, nos han entendido, según ellos. Porque las soluciones, les pertenecen. Pero la incapacidad para encontrar gobierno, a eso tampoco les llegan a ellos las entendederas. Suerte que después de seis meses los votos van a cambiar radicalmente. ¡Hombre, seguro! Los que votamos para arriba, ahora votaremos para abajo. Y los que votaron soleado, ahora votarán nublado. Menos mal que después de seis meses vamos a darle la vuelta a los votos y aquí ni Dios vuelve a votar a los mismos. ¿A que sí? Venga, todos a cambiar el voto. Que aquí no repita nadie. Pero hagámoslo de manera organizada, con orden, por favor. Así que ya les avanzo yo los resultados del 26J. Voy:

- PSOE, 123 (les toca votarles a los que antes habían votado PP)
- Podemos, 90 (a estos les tienen que votar los antiguos votantes del PSOE)
- Ciudadanos, 69 (los exvotantes de Podemos pasan a ser votantes de estos)
- IU, 40 (los votantes de Ciudadanos se situen aquí, por favor)
- PP, 2 (los izquierdosos pasarán a ser votantes de PP)

Y así podemos ir rotando el voto y los cruces. Para cachondeo, también el nuestro. Así que ordenémonos para que se remuevan. Y así, una vez ordenados de nuevo, igual ya serán capaces de formar un gobierno. Ah, por cierto, admito que el reordenamiento a mí ya me va bien con tal de ver a los mangantes en otro lugar. Gracias.

03 febrero, 2016

El arte de decir y no decir en política

El lenguaje político cavernario tiene una serie de características propias. Advierto que yo no soy nadie. Mejor dicho, yo no sé nada sobre el tema, pero sí me fijo mucho. Espera, espera un momento antes de dar carpetazo. A ver, yo me fijo y no creo que lo haga tan mal. Porque soy de abrir mucho los ojos y querer comprender. En todo caso, si me equivoco, espero rectificaciones. Soy todo orejas. O casi todo. En la caverna es importante seguir aprendiendo siempre. Hay que estar al día. En la caverna hay que conocer cada rincón, si quieres ser alguien. Y yo ya he dicho que no soy nadie. En todo caso, estoy en proceso de dejar de ser nadie. Y sí, ya sé que esto no asegura más que la intención. Pero, a falta de sabios, buenos son aprendices. Voy allá.

Ambigüedad. La ambigüedad es un arte. Decir lo que no se quiere decir, pero insinuando lo que queremos decir: a elecciones. O decir lo que queremos decir, pero sin dejar de decir lo que no queremos mencionar: a elecciones. Complicado, ¿no? En realidad no es complicado. Lo complicado es entenderme a mí. Es que yo me explico y me tengo que leer dos o tres veces para entenderme. Si ya lo sé. Ahí va mi solidaridad para con los que quieran entenderme. Volvamos. La ambigüedad debe tener un fin: poder rectificar en cualquier momento afirmando que querías decir lo que no se te entendió: a elecciones. Es importante que no te pillen con el culo al aire. Por cierto, ¡qué imagen, por Dios! A lo que iba. Todos llevan semanas jugando a no decir lo que no quieren, o a no decir lo que quieren, pero sin que nadie pueda afirmar que lo dijeron o que lo querían. ¡Dios, me he leído tres veces y aun no me he entendido! Pero es que la ambigüedad es un arte. Moverse entre las tinieblas, sorteando sentidos que se levantan como muros y sin romperte la crisma. Toda una habilidad que no está al alcance de todos. Yo no sobreviviría ni con chichonera de titanio.

Deslizamiento. Otra habilidad que yo admiro. Dejar ir los sentidos sin que nadie pueda atribuirte haber dicho nada. O atribuírtelo, pero sin que sea un frente abierto. Con disimulo y una sonrisa en la cara. Cuidado, esto es mucho más que una simple insinuación. Esto es deslizar el yunque sin que nadie pueda olerlo hasta que haya aplastado la crisma a la víctima. Después de escuchar a Pablo, uno tiene la impresión de que Rajoy es un inútil que ni dibuja ni una O con un canuto, que Rivera es un tipo sin poder ni carisma y que Pedro es un timorato indeciso. Oyendo a Sánchez, sin que llegue a decirlo, se desliza la radicalidad bolivariana de Iglesias o que la podredumbre de Valencia no deja aire limpio en Génova o que la derecha comprensiva la encabeza Rivera, aunque muy pardilla. O escuchando Rivera...no, éste no domina tan bien el deslizamiento. Como tampoco lo domina el primario Rajoy, aunque hace sus pinitos con Sánchez y los separatistas catalanes, o con Iglesias y el chavismo. Porque, cuando dominan el arte, los sentidos se deslizan con vaselina hasta hincarse bien adentro. ¡Por Dios, otra vez la imagen! No tengo solución.

Total, que nos vamos de elecciones, parece. Porque al final, uno tiene la impresión que desde el 21 de diciembre todo el mundo sacó la calculadora y comenzaron a descontar y sumar de cara a la primavera. Más gestos que hechos. Más palabras y campaña en la sombra que decisiones políticas de calado. Iglesias desea gobernar porque sus votos son para gobernar. Sánchez apunta hacia el PP porque sus votos son contra el PP. Rivera...ni chicha ni limoná porque pocas cosas más tiene para ofrecer. Y Rajoy, donde siempre, viéndolas venir que es como menos se desgasta uno.

22 enero, 2016

Heisenberg en política

Hace casi un siglo, en 1925, un científico puso patas arriba la física. La física de lo pequeño. La que mira a lo minúsculo y, quizás, más esencial. Aunque yo sospecho que las intuiciones de este señor van mucho más allá. Igual meto la pata, pero si tuviéramos una mirada muy gorda, gigante, ¿no tendría sentido también el principio de incertidumbre? Y más. Cuando pienso en la caverna, Heisenberg se me presenta siempre como un lúcido visionario. Hoy he pensado en la política de la caverna y, otra vez, Heisenberg ha aparecido desde el fondo, sonriente y un poco soberbio. Como si él supiera algo que nosotros aún no acabáramos de entender. ¡Qué cabrón!, he pensado. Que conste que no había bebido. Quizás estaba un poco atontado, lo reconozco. Estaba como recogido en una suerte de duermevela o de sopor siestero. ¡Qué bien me ha quedado! En fin, que Heisenberg estaba ahí apuntando con el dedo. Y yo he mirado, pero tampoco he acabado de ver claro. Es que donde no hay mata, no hay patata.

Intentaré explicarme. Dijo Heisenberg algo así como que la medida siempre acabará perturbada por el propio sistema de medición. Me acomodo para poder explicarme mejor. Si miramos, introducimos otro elemento en el hecho o sistema observado, y ya cambiamos lo mirado. Así pues, al intervenir, perturbamos la medida. No sé si me explico. El amigo Heisenberg lo relacionaba todo esto con electrones y fotones. Pero yo, como mucho, solo entiendo de futones y catres. En fin, el caso es que el dedo que señalaba Heisenberg me apuntaba para aplicar ese principio a la política. Y a mí, por un momento, el principio me funcionó. Lo aplico como muestra: la política es un teatro, en el sentido de que se actúa y, a partir de la reacción del que mira, el sistema se resignifica. O se interpreta de nuevo. O se modifica y acomoda. Como queramos decirlo. Esto es: la política es un toma y daca entre los actores y los espectadores. Se busca provocar una reacción y la reacción se convierte en causa de otra acción política. La política, pues, sería una obra de teatro sin destino fijo. Sin final ni finalidad. O eso me pareció a la vista de la práctica actual en la caverna.

¿Y qué pasa ahora con Rajoy, Sánchez, Iglesias o Rivera? Pues que actúan y recogen la reacción de la mirada para redireccionar el camino. ¿Por qué? Pues porque todos quieren gobernar y ganar en poder. ¿Para? Pues se supone que para encontrar el camino más ancho y plácido. Se supone. Heisenberg aplicado a la política, pero a la pequeña política. La insustancial. Porque, en lugar de obsesionarnos con la reacción ante el hecho puntual, ¿no deberíamos fijarnos en cuál es el camino que queremos seguir? ¿Qué ha hecho ahora Iglesias? ¿Teatrillo o busca enderezar algo? El teatrillo busca la reacción inmediata y el beneficio rápido. Pero no es más que una pantomima sin trascendencia. Y en éstas se nos han instalado los voceras y especuladores de la actualidad. Y en éstas también parecen querer nadar los políticos. Pero no. Que no. No es ésa la política que deberíamos querer. No es la política de lo pequeño, de los gestos, de la reacción que busca el aplauso inmediato. Aún debemos creer en los caminos. Y los caminos son las ideologías. No nos podemos dejar engañar. Porque aquellos que proclaman la muerte de las ideologías, solo desean una caverna pastosa y ahogada en cieno maloliente. Las ideologías son las que mantienen sueños y no sucumben a los gestos. Las ideologías, igual, un día nos sacarán de la caverna para poder respirar el aire puro del bosque. La mirada que verdaderamente puede cambiar la política no se queda en lo pequeño, no se instala en la discusión de lo intelectualmente insustancial. La mirada que debe incidir y cambiar el sistema es la que mira mucho más allá. La que se fija en el camino y en el horizonte incierto que nos debe sacar de la caverna. Y para eso necesitamos una buena mirada. Gorda. Bien gorda. Potente. De las que mueven galaxias y no electrones. No la mirada de los bocazas, sino la de la voluntad mayoritaria.

No sé, me da que Heisenberg no me acaba de funcionar. Y el muy cabrón sigue sonriendo ensoberbecido.

18 enero, 2016

Líneas rojas al PP

Líneas rojas. ¡Qué mala pata tiene siempre el rojo! El rojo siempre quema. El rojo siempre esta maldito. Hasta tus labios rojos parecen malditos, si los pinta la pasión. En la caverna, claro. Más allá, donde el cielo encierra los sueños, el rojo es una bendición. La ilusión se viste de rojo, allá afuera. Y en el rojo se enredan las esperanzas. Nada de verde. La esperanza en rojo sanguíneo. La esperanza, la carne, la ilusión y la sangre. Y también tus labios rojos. Los de la pasión. Los de la esperanza en el sentir que hemos vivido. Pero en la caverna, el rojo es peligro. Más que el ámbar, que no es chicha ni limoná. Así, en la caverna, las líneas rojas son las que no se pisan. Líneas rojas para apartar y separar. Allá donde no iremos, se dibuja con una línea roja.

Y en estas, ahora, los partidos describen sus líneas rojas. No discutiré yo sin han de ser o no, o si han de ser unas u otras. No soy quién. Soy, como todos los sin voz que miramos desde lejos, mucho más que quién. Aunque ellos no lo sepan. ¿Líneas rojas? Pues sí. He dicho que no, pero dos líneas después digo que sí. Para eso soy mucho más que quién. Para desdecirme. Así que alguna línea roja habrá que dibujar. Las mínimas. Las de la dignidad, al menos. La dignidad que intentaron arrebatarnos. Porque el PP se encargó de intentarlo. De eso no podemos olvidarnos. ¿Quieren líneas rojas? Ahí van unas cuantas. Con usted, señor Rajoy, ni a la acera de la esquina si no revoca las leyes de lo indigno. La LOMCE, ¿se acuerda? Aquella ley que nadie, excepto sus acólitos, aceptó. Otra: la reforma laboral. Aquella ley que nos condenaba a ser una mercancía más. Aún más, quiero decir. La ley que nos despojaba de unos cuantos derechos que aún nos quedaban. ¿Más? Pues sí. Escupa usted, señor Rajoy, sobre la ley mordaza. Maldígala en público. ¿Quiere más? Devuélvanos el derecho a estar protegidos antes que los bancos. Abjure de sus desmanes. Llore por haber abandonado a quien debiera proteger. Quiero oírle llorar. Gimotear el perdón por sus pecados. ¿Líneas rojas al PP? Pues claro. Y si hay alguien dispuesto a firmar sus desmanes y a auparle en hombros, que le persigan por siempre los remordimientos por haber traspasado las líneas rojas de lo indigno.

12 enero, 2016

Puigdemont esencial

En la caverna, no todo el mundo entiende. Las cosas pasan porque tienen que pasar y punto. Así es en la caverna. Pero no todo el mundo entiende. La racionalidad que no aparece en las urnas se remienda en los despachos y salones. Es así. Lleva siglos siendo así. Muchos. Las esencias se perpetúan. Los errores se solventan. Las voluntades, las democracias y otras zarandajas, se enderezan en los salones. Al final, todo cuadra con el orden exquisito que los iluminados diseñan. Ha sido, es y será. Pero no todo el mundo entiende. Le pasa a @arqueoleg. En su blog, dice unas cosas... ¡Ay! ¡Ay, ay, ay! ¡Qué cosas dice! Pues no voy y leo en su blog que el molt honorable Carles Puigdemont ha tirado del españolismo del PP para gobernar el Ajuntament de Girona. ¡Habrase visto tamaña osadía! Y es que, seguramente, el Arqueòleg no entiende. Son cosas de la política de salón. También dice que Puigdemont intentó desalojar un bloque de pisos de Salt ocupado por la PAH y que fue el Tribunal de Estrasburgo quien lo impidió. O que puso cadenas en los contenedores de un supermercado para que los pobres no pudieran rebuscar comida. ¡Qué cosas dices, Arqueòleg! Quizás no entiendes. Es que, señores, hay que poner orden y concierto en la caverna. Los del hambre no pueden comer así como así. ¡Qué cosas! Y los de la vivienda...pues que se jodan. En la caverna somos gente de orden y paz. Entiéndase, del orden sosegado y muy conservador. De la paz de las jerarquías y la limosna. Es que hay que ganarse el cielo. El cielo, aclaro, es algo así como la supercaverna. O la recontracaverna. La rehostia de la caverna. Lo digo para los que no entiendan cómo funciona esto. Como el Arqueòleg. El cielo es, por ejemplo, donde van los santos, los mártires y las beatas. Y Puigdemont es mucho de ganarse el cielo. ¿Por dónde se gana el cielo? Pues no lo sé, pero él hasta le puso lubricante cuando hubo que enviar a tres beatas al cielo. Él y un señor del PP se encargaron. Un ministro. Es que el cielo, o la supercaverna, se gana siendo un hombre de orden y paz. Ya lo he dicho y esto lo sabemos todos en la caverna. Excepto los marxistas. Los marxistas no se ganan el cielo. Los marxistas son como el Arqueòleg, que no se ganarán el cielo porque no bajan la cabeza al orden y la paz de los señores de los salones. Por eso no le gustan los marxistas a Puigdemont. Le revuelven las entrañas. Le ponen los pelos de punta. Es un decir. Es difícil ponerle los pelos de punta. No hay narices a controlar ese desaguisado. Suerte que la paz y el orden los lleva más abajo, en el corazón, junto a la cartera. Muy nacional, por cierto.

09 enero, 2016

CUP, ¿anticapitalismo?

El anticapitalismo de la CUP se ha mantenido firme durante tres meses. En Catalunya, derrotado y cautivo una vez más, el anticapitalismo se deja mecer por lo cantos de las sirenas nacionales. Pagará su osadía. Se atrevió a desafiar al President. Concentró toda su oposición en el President. Y el President ha caído. Pagará su osadía. Porque el espectáculo estaba montado con una muñeca rusa. Hay otro Mas en Puigdemont. Y si Puidemont desapareciera, habría otro Mas-Puigdemont. Eso no lo entendió la CUP. Pagará su osadía. Como tampoco entendió la CUP que el anticapitalismo debería ser algo más que una pose. No se puede hacer la revolución en la caverna negociando con el que ha estado explotando a tu clase. Claro, eso si el anticapitalismo es la lucha de clases. Igual es que yo no lo entendí y el anticapitalismo es solo una rebeldía sin recorrido. ¡A jugar a tu casa! Pagará su osadía. Y pagará con dos cautivos. Dos rehenes que JxS dispondrá en sus filas. Y bajar la cabeza para soportar una mayoría parlamentaria muy capitalista. Porque ése es el precio. Ha dicho el aún President. Pagará su osadía. ¿Qué pasará cuando la CUP deba votar las subvenciones a los colegios del Opus? ¿Qué pasará cuando la CUP deba votar la privatización de la sanidad? ¿Qué pasará cuando la CUP deba votar mantener los privilegios de los que desde siempre han gobernado Catalunya? Pagará su osadía. Los burgueses inventaron la nación hace poco más de un siglo. Era la única manera de mantener sus privilegios. Y en las redes de la nación ha caído el anticapitalismo de la CUP. Pagará su osadía.

31 diciembre, 2015

Pactos y traiciones

Un pacto es una traición. Así os lo digo. Si hay pacto, hay renuncia. Marcha atrás. Rabo entre piernas. Replanteamiento. Me lo como con patatas. Me lo guardo, pero no me olvido. Ya le puedes decir como quieras. Pero algo te metes en el cajón. Y ya veremos si lo puedes volver a sacar. Entonces, ¿para qué? Pues para conseguir que el otro también se meta su rabo entre las piernas. Quid pro quo. Yo renuncio, tú te lo comes con patatas. A cambio, yo hago y tú haces. Por lo tanto, el pacto también es posibilidad. Un intercambio de renuncias y posibilidades. ¿Y un buen pacto? Cuando no hay vencedores ni vencidos. Si yo me jodo, tú te jodes. Si yo te jodo, tú me jodes. En fin, que comemos los dos. Y no diremos qué ni a quién.

En la caverna estamos de pactos. Nos movemos con torpeza entre el limo del fondo. El cieno no permite acrobacias. En Catalunya se cuece un pacto. En España se cuece otro. O más de uno se cuecen. O ninguno. El caso es que en el juego de renuncias, unos y otros aún no se aclaran. Bueno, sí. En Catalunya CiU renuncia a todo, menos a perder el poder y a coronar a Mas. Es decir, a bien poco. ¿Para conseguir qué? Pues para nada un nuevo estado con un nuevo planteamiento de la justicia social que pretenden otros. Para nada. Porque el poder de los mismos no se ha puesto sobre la mesa. Los mismos: la alta burguesía catalana; la que se adapta a cualquier régimen, si mantiene la butxaca abierta y engordando. ¿Y en España? A navajazos, en el PSOE. En la prepotencia del inepto, del PP. En el limbo indefinido del niño repelente, de Ciudadanos. En la pureza virginal, de Podemos. ¡Eh, por favor, no me critiquen todos! Hay que ser ecuánime al repartir hostias. De momento, hostias. Y cuando sepan qué se meterán por el culo y qué quieren meterle, por el ídem, al otro, hablaremos de pactos. Pero dudo. No sé si la caverna da para mucho más.

24 diciembre, 2015

Jaula de grillos

Un grillo, de fondo, ni se oye. Parte del paisaje. En las noches de la caverna, cuando se oye un grillo es como si no estuviéramos aquí y alguien se encargara de endulzarnos la oscuridad. Pero eso pasa poco. Debe ser el calor de la caverna o el cieno que nos rodea, pero los grillos casi siempre se nos instalan por millares y nos hacen saltar las meninges con su ruido ensordecedor. Después de la noche electoral en el que todos habían ganado, hemos pasado al redoble de cantos grilleros. Son así de oportunistas. Supongo que es una táctica para desconcertarnos. En Catalunya los grillos ya estaban desatados. Los segundones, los adiestrados. Los machos alfa de los grillos están latentes. Afilando las navajas. Pero en España ya se han lanzado en tromba y no hay Dios que los aguante. En el PP y en el PSOE, sobre todo. Es que ellos tienen mucha tradición. Que si dijiste, que si digo, que si rectificas, que me ratifico, que con él no, que sin mí imposible. Ruido, mucho ruido. ¿Para qué? ¡Qué pregunta! Pues para chupar lo que se pueda y ahogar al de al lado. Como siempre.

José María, Susana, Guillermo, Casado, María Dolores, Rafael,..., todos a la caza. La caverna se nos convierte en una jaula. Nadie escapa al ruido. Los grillos saben que ellos ganan cuando los otros pierden. Se trata de cortar las piernas a los demás para que ellos se vean más altos. Pero todos sabemos que son muy enanos. No, no nos pasemos, tan solo mediocres. Pero los mediocres solo medran a costa de sacrificar a los otros. Ahora solo falta que Podemos y Ciudadanos se unan. Y parece que ya empiezan. Una locura, la jaula de grillos. ¡Quién sabe si fuera de la caverna los grillos no hacen tanto ruido!

23 diciembre, 2015

Mamporreros y obispos

Confieso que me fascinan los mamporreros. El oficio, digo. Eso de conducir en la buena dirección la verga de un semental, es un arte, sin duda. Porque el semental solo piensa en meterla. Sin más. Le puede el ansia. No hay equilibrio ni cálculo que valgan en esos momentos. Y la hembra no puede ayudar mucho a redireccionar el empuje. En el caso de las yeguas, se entiende. Así que el mamporrero debe conseguir no desperdiciar los jugos del amor. ¡Qué mierda de frase me acaba de salir, cielos! Es igual, avanzamos. Pero al mamporrero no le interesa tanto que la pareja satisfaga el deseo ciego, sino que lo satisfaga como Dios manda. Me explico mejor. Al mamporrero lo que le importa de verdad es aprovechar hasta la última gota del ardor ciego. ¿Para qué? Pues para que los amos de los implicados saquen un buen provecho de todo eso. El mamporrero no está al servicio del semental o la yegua, sino al servicio del dueño del nuevo potro.

En la caverna también tenemos mamporreros. Pero no les llamamos así. Debe ser porque no somos caballos. El caso es que ellos se encargan de dirigir nuestras ansias para que nuestro amos saquen provecho de todo eso. Ayer un obispo dijo que éramos unos indecentes y unos enfermos. Pero, cuidado, ahora no se me amontonen todos para darle un lametazo al bisolvón. No es eso. La enfermedad a la que se refería el obispo es que hemos votado mal. Muy mal. ¡Joder, pero eso es lo que tiene la democracia! Te dejan te dejan y acabas por votar mal. O por meterla donde no debes. Suerte que José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, nos quiere enderezar la verga. Por nuestro bien. Nosotros nos excitamos, nos venimos arriba y vamos y metemos la papeleta que no era. Si nos hubieran llevado de la mano a votar y nos hubieran dado un pescozón en caso de desvío, no hubiera pasado esto. Pero nos dejaron votar a quien quisiéramos y ahora estamos enfermos. Una eyaculación desperdiciada. A saber cómo habremos puesto todo perdido. ¡Qué imagen, por Dios! Es que en la caverna, a veces, parece como que nos dejaran pensar demasiado.

21 diciembre, 2015

PP, CiU (o DiL) y el tontolnabo

A veces nos topamos con lo inesperado. Lo inesperado es, simplemente, lo que no se espera. Y lo que no se espera podría haber sido un billete de 50 euros. Ya puestos a no esperar, un billete habría estado bien. O podría haberme topado con un batallón de espartanos despistados en busca de su paso de las Termópilas. Podría, porque los caminos de la física cuántica son inescrutables. Pero no. Tuvo que ser con un convergente más pesado que un dolor de muelas. Igual creyó que yo era estúpido. O igual ni siquiera lo creyó y se convenció nada más verme de que yo era estúpido. El caso es que me dio una chapa increíble durante...no sé, no llegó a la eternidad, pero cinco minutos más y la traspasamos. ¿Y qué me contaba el iluminado-salva-parias-estúpidos? Pues decía el zoquete que no entendía cómo en España se continuaba votando al PP. ¡Acabáramos! ¡Ya estamos con la matraca de siempre! Que si el PP roba. Que si el tesorero del PP está en la cárcel. Que si España es su corralito de los peperos. Que los españoles son muy tontos votando a quienes les han dado tradicionalmente por el culo. Porque, parece ser, dar por culo se puede hacer por la versión tradicional. Yo desconozco las otras y las diferencias. Pero debe haberlas. El caso es que el zoquete de marras no entendía que un partido corrupto, con una cúpula que solo sabe chupar del bote y esquilmar los fondos públicos, siguiera siendo el partido más votado. Claro, algo de razón tenía el pesado. O mucha. Pero él, dale que te pego en plan martillo percutor. Que sí, le decía yo, que vaya con los españoles del PP. ¡Ay! ¡Mecachis! Y cosas así.

Yo, en mis cabales, no suelo disputar. Soy más de aguantar y sonreír... como un estúpido, claro. Para qué, me digo. Me lo digo así, como para mis adentros, para que no se me oiga. Porque discutir por discutir es tontería. Es que al final todos acabamos sentados sobre nuestras propias miserias. Para qué perder el tiempo. Pero he de admitir que el convergente era perseverante. Y la chapa del zoquete acabó con mi paciencia. No soportaba más la ristra de tonterías con las que me abofeteaba. Me llevó tan al límite que ya, cuando me harté, le miré con cierta ira. O igual solo le miré sobrepasado. O con desconcierto. O quizás solo como un estúpido. El caso es que le miré y pensé en decirle: pero, ¿tú te oyes, payaso? Dime, ¿a quiénes les han embargado las sedes, imputado al tesorero, humillado a su familia enseña? Dime, ¿no crees que tus admirados superiores no se han llenado los bolsillos a manos llenas con el dinero público? Pero, ¿tú te has oído, tontolnabo? Y de verdad que pensé en decirle todo eso. Así, a mala leche y en la boca del estómago. Aún aguanté unos segundos la mirada. Pero, en vez de salirme un esputo dañino, le solté: Mira, sinceramente, soy homosexual y ahora solo pienso en darte o en que me des, así que ves afilando el puñal, que de esta te hago un hombre. ¡Prueba superada! El pelma se dio media vuelta y se escondió entre unos amiguetes vestidos con lacostes y ralphlaurenes.

18 diciembre, 2015

Elecciones, resultados y onanismo

Estamos de elecciones en la caverna. Llevamos una orgía de elecciones como para hartar al más zampón de democracia. Meter papeleta y vengar meter papeleta. Una y otra vez. Un cristo desbordado de mete papeletas. En la caverna somos muy demócratas. Es de las pocas cosas que parecen salvarnos de morir ahogados en la ciénaga. Y mira que nos afanamos en meter mierda bajo la alfombra, pero siempre se nos desborda. Y las elecciones nos dan aire. En fin, que estamos de elecciones. Quedan dos días, pero ya sabemos los resultados. Apunten. Ganan todos. No pierde ni Dios aquí. Eso está bien. En la caverna no nos gustan los perdedores. Loosers, les llaman. Aquí todos winners. Me perdonen las anglicadas éstas, pero queda muy cool. Lester Young sí que era cool. Y Madonna. Yo no, la verdad. Pero me esfuerzo. Sigo. Decía que nadie pierde. Domingo noche: gracias por estos resultados, estamos muy contentos, hemos tenido un resultado mejor de lo esperado, nos daban por muertos, unos resultados de futuro, que más podíamos pedir,...

Los loosers no tienen futuro en la caverna. Al no ser loosers, aunque sigamos pringados de lodo hasta el cuello, estamos más contentos que una lechuga. Por eso el domingo nadie habrá perdido. Alguien malintencionado podría pensar que nos engañan. Que no, no es falta de respeto. No piensen que nos tratan de idiotas. ¡Qué mal pensados! Es que, repito, nadie quiere ser looser. ¿Te imaginas haberla metido para apoyar a un looser? Imperdonable. Hace poco hubo elecciones en una esquina de la caverna. O en la caverna de al lado, según se mire. El caso es que no eran elecciones plebiscitarias. Después sí lo eran, pero solo la puntita. Más tarde no. Ahora ya nadie se aclara. Pero el caso es que nadie perdió. ¡Ole tus albaricoques! ¡Artista! Ya te digo que en la caverna somos muy de ganadores. ¿Y el onanismo? Pues eso, que aquí el que no se satisface es porque no quiere.