19 agosto, 2016

La corrupción en naranja

Sí, lo sé. Ya sé que lo dije antes. Pero insisto. ¿Por qué? Pues porque si ellos insisten en robar impunemente, yo insisto en escupirles a la cara lo que pienso sobre ellos. Además, ahora se nos está vendiendo otra tergiversación más. Y no, no trago. Todo viene de un artículo anterior. Por si alguien quiere volver a leer la fuente,  aquí la dejo. Pero voy al grano. Retomo en aquella idea de que los corruptores y corruptos se esfuerzan mucho y bien en hacernos creer que la corrupción es cosa de todos. Que todos estamos hasta el cuello del lodo cavernario y que, por lo tanto, no hay grandes diferencias entre Granados o Pujol y aquél que se ahorra el IVA en un chapuza casera. Ésa es la igualdad que ellos proclaman. España es una país libre de iguales, anuncian. Falso de todas todas. Y lo peor no es que lo digan, lo peor es que hay algunos millones de imbéciles dispuestos a creérselo.

Osea, tal y como lo presentan, parece que nadie sea culpable de esta corrupción sistémica. Todos nos hemos metido algo en el bolsillo que no nos correspondía. Que no, que no somos estúpidos. Que no nos creemos que los instaladores de Ikea vayan dejando miles de euros en los armarios. Que no nos creemos que inútiles como los que conocemos -Granados, Pujol, Blesa o Rato- puedan enriquecerse, si no es a costa de nosotros. Ahora ya no cuela. Que no nos creemos que Barberá o Martínez-Pujalte no se hayan aprovechado de su situación con la connivencia de su partido. La corrupción es sistémica, sí. Tenemos una corrupción perfectamente engranada en los mecanismos de poder. Por tanto, la maquinaria es corrupta. Y esta es la cuestión fundamental. Porque no tenemos una policía corrupta ni unos funcionarios corruptos. No tenemos una sociedad corrupta, digan lo que digan los voceras de turno. Pero tenemos un sistema en el que los partidos políticos se corrompen fácilmente para financiarse de forma ilegal. Y de paso, algún aprovechado ha engordado sus cuentas en el extranjero. ¿Y los responsables de esos partidos? Permitieron la corrupción. La permitieron conscientemente porque nunca legislaron ni hicieron nada para impedirla. Y sí, he dicho conscientemente. Hicieron la vista gorda ante el rumor lejano de los billetes galopando hacia el partido o a bolsillos amigos. En fin, que les acuso a ellos y solo a ellos de la mierda que flota en la caverna. Esa mierda es suya y no nuestra. El que ha gobernado y ha permitido, por acción u omisión, la corrupción generalizada es culpable. ¿Por qué? Pues porque alguien les eligió para gobernar, no para hacerse el idiota. Y, a todo esto, hora viene Rivera a enseñarnos la "nueva política". Ahora viene Rivera con su "altura de miras". Ahora viene Rivera para comerse sus palabras, aquellas que anunciaron a bombo y platillo que jamás apoyaría un gobierno de Mariano Rajoy. Ahora viene Rivera con seis medidas anticorrupción que solo intentan maquillar su apoyo a un gobierno de Rajoy. Pero Rivera no regenerará nada, absolutamente nada. Rivera navega sin timón por aguas bravas y comiéndose uno tras otro sus propios sapos. O igual es que la "altura de miras" consiste en mirar hacia arriba mientras te mueves por el mismo cieno maloliente que otros han alimentado en la caverna. Sí, debe ser esto último. Y, por lo tanto, nos trata de idiotas.


10 agosto, 2016

Me avergüenzo en catalán

Me avergüenzo, no lo puedo remediar. Llevo toda mi vida metido en la caverna y conozco perfectamente cómo funciona, pero me avergüenzo. Y es que, aunque lo sospeches, ver la desfachatez, el descaro, la impunidad con la que se mueven y mienten estos mentecatos, me supera. Parece ser que ayer, en can Rahola, situada en la población pijiguay de Cadaqués, Girona, se reunieron una serie de amiguetes. La histriónica y contumaz discutidora Rahola puso el escenario. Una mujer que discute igual que engulliría un podenco en una jamonería. No debe ser de paladar fino en cuanto a ideas, seguro. Eso sí, patriota a más no poder. Y no entiendo cómo no ha posado aún enseñando una teta y liderando al pueblo catalán hacia Ítaca. Pero sigamos y salgamos del cardado Rahola. Como destacado invitado, el molt honorable senyor Puigdemont, ejerciendo de cantante de club demodé. Pero aquí no acaba la cosa. El panzudo Laporta, otro histriónico engreído que gusta bañarse en Moët Chandon, se mostraba con gafas de sol oscuras dentro del salón. Lo de las gafas de sol era para dar realce o para esconder la ingesta etílica, o para ambas cosas. Y cuidadín con Laporta, que éste, con una copa de más, también es capaz de arrastrar al pueblo catalán a Ítaca o al lado oscuro junto a Darth Vader a través del hiperespacio. Es igual, está acostumbrado a hacer lo que le salga de la panza sin que nadie le lleve la contraria. Y a partir de aquí, pues un jefe de policía, algunos periodistas, algún empresario, algún político más,..., es decir, lo más excelso de esta decadente sociedad catalana que se envuelve en la cuatribarrada para prepararnos una croqueta indigesta, pero que nos tragamos como indigentes.

Me avergüenzo. Y mucho que me avergüenzo. Pero ya no tanto por estas escenas esperpénticas que, sinceramente, me la traen al pairo, sino porque si esto mismo hubiera ocurrido en Madrid, ahora los ladridos de perros se escucharían en Tumbuctú. Si se hubieran reunido el presidente del gobierno junto con otros políticos, periodistas, expresidentes de clubes de fútbol, empresarios, responsables policiales y demás personajillos en la casa madrileña de... pongamos... Ana Rosa Quintana, cualquiera de nosotros estaría escandalizado y los puristas catalanes escupirían con desprecio la afrenta. Pero, sin embargo, ellos sí pueden hacerlo con impunidad porque la victimización en la que se sumergen les da alas para exhibirse sin recato. Son la élite, lo saben ellos y nadie lo pone en duda, y tienen bula moral. Así se exhiben. Me avergüenzo y mucho. Pero sobre todo me avergüenzo porque hay dos millones de catalanes que disculpan y protegen estos comportamientos obscenos.

De todas formas, que nadie olvide que llevo tiempo avergonzado, y mucho, con los ocho millones de votantes que amparan con sus votos a un partido que ha ejercido o disimulado la corrupción política. Ellos también con desfachatez e impunidad. No sea ahora que, por morder a tirios, se me envalentonen los troyanos.

04 agosto, 2016

Del librepensamiento en tiempos globales

Formulo hipótesis: el librepensamiento, en la globalización, se deshace como un helado al sol, de forma irreversible. ¿En qué baso esta hipótesis? La verdad, no he pasado de la mera intuición. Pero no nos pongamos exquisitos. ¿Por qué no? ¿Quién dice que la intuición no pueda ser un pozo de verdades? En fin, otra excusa. Como cualquier otra. El caso es que lo pienso. El librepensamiento, en la caverna global, se nos va a la mierda. A ver, tampoco lo digo por decir. Yo creo que algunas pruebas hay de que, de aquí a nada, el librepensamiento va a ser un vago recuerdo. Una nota del pasado. Como mucho algo folclórico en especímenes raros como yo. Ya me imagino en un futuro próximo cantando proclamas librepensadoras que levantarán, en el mejor de los casos, hilaridad atronadora entre ciudadanos bien amoldados.

Pero veamos motivos. Erdogán, por empenzar con alguien. No sé por qué comiennzo por él porque también podría empezar por el Brexit, o la extrema derecha alemana o francesa o neerlandesa o austriaca o griega. Como también podría haber nombrado al ridículo Trump, a ISIS, a los hermanos musulmanes o a Corea del Norte. O también a la mafia rusa o calabresa o a la que vive del narcotráfico en Sudamérica. Podría nombrar al pujante nacionalismo catalán, piamontés o flamenco, como también al nacionalismo apisonadora español o húngaro o serbio. Por no hablar de Rusia, Pakistán, Yemen, Arabia Saudí o Venezuela. Total, que se nos va de las manos el llibrepensamiento. Que nos vamos huyendo hacia los muros impenetrables que conducen al pensamiento totalitario y de la manada. En Europa, en la propia cuna, el librepensaniento se doblega al ritmo que marcan las bombas de yihadismo y las reacciones febriles gubernamentales o de la oposición buitre. Ser crítico, marginal en el pensamiento, raro o lo que sea que uno pueda ser al pensar diferente, no solo no está mal visto, sino que además es sospechoso. Huele a traición. Un desalmado en toda regla. Mal vamos, insisto.

¿Y qué nos falta? Pues los ingredientes básicos del librepensamiento: el escepticismo necesario para distanciarnos del dogma y la opinión única; el relativismo que nos ayudará a evitar las metas absolutas y los destinos universales; y, por supuesto, la ironía que nos permita alejarnos lo suficiente como para poder vernos ridículamente desnudos o, como mucho, en bragas o calzoncillos. Cada vez es más difícil no creer en banderas, proclamas y destinos universales. Cada vez es más difícil entender que las soluciones tienen fecha de caducidad. Cada vez es más difícil entender que la mezcla enriquece y que nuestra pureza nos hunde en las más bajas miserias humanas. Cada vez es más difícil aullar para romper filas. Cada vez es más difícil amar abiertamente desde las entrañas o sobre la piel. Cada vez es más difícil dialogar sabiendo que los demás tendrás muchas más razones. Cada vez es más difícil reirnos de nosotros mismos. Cada vez es más difícil no caer rendidos a los cantos de la turba, de la manada. Si antes era difícil encontrar la salida de la caverna, ahora parece que nos la quieren tapiar a base de necedad y mucho miedo. Señores, parece ser que en la caverna no hemos venido a librepensar, sino a bajar la cabeza. Amén.

02 agosto, 2016

Rajoy presidente, pero ya

A ver, tenemos lo que tenemos. Y no hay más, por mucho que nos emperremos. En la caverna hay lo que hay y falta lo que falta. Sí, ya sé que ya hablo como El Pasmado -también conocido como Rajoy-, pero es que la caverna no da para mucho más. Siendo todo como es, estando todo como está, que gobierne el PP de una puñetera vez, que gobierne y que sus ocho millones de entusiastas se corran de placer, que se revuelquen de gusto estirando espamódicamente la patita por el gustirrinín. Que sigan alardeando de pureza con sus rojigualdas en las muñecas o con esas cintas en el sombrero o luciendo los ribetes de esos polos horteras. Sumerjámonos en la mediocridad de la "España llena de españoles" a la que nos empuja el cafre. Porque, llegados a este punto, deberíamos empezar a creer que esto es lo que nos merecemos. Sí, ya sé que tú no y que yo tampoco, pero vivimos en un tiempo en el que nos empujan al precipicio sin remisión ocho millones de acríticos, de adocenados timoratos, de fieles al aborregamiento más burdo y barato. Ocho millones dispuestos a loar las medioverdades o las mentiras de unos mediocres asentados en el poder. Es así. ¡A jodernos! Que gobiernen y continúen con sus políticas de poda y mentira, de exacerbamiento del espíritu más nacional y primitivo. Que gobiernen y continúen menospreciando nuestra opinión, nuestros deseos y necesidades, que continúen pasándose por los albaricoques nuestro futuro y nuestra felicidad. Que continúen robando, a manos llenas, que continúen expoliando el patrimonio de todos, que nos empujen a la pobreza a cambio de llenar hasta reventar sus bolsillos. Tiene razón González. Al fin y al cabo el ya vive en la órbita de los que se mojan el culo en un yate sin que tengan que hacer nada especial para conseguirlo. Que Rivera se deje de pasarelas parlamentarias. Este chico está hecho para las pasarelas, pero siempre el mismo culo cansa. Rivera, tú tampoco eres tan diferente. De hecho eres igual, aunque cuides los pasos de la pasarela. Así que votadles ya. Que gobiernen. Y, mientras tanto, seguiremos cultivando la esperanza. Porque de eso sí que tenemos hasta hartar.