12 febrero, 2018

Portavozas y otras miserias

Lo cierto es que "portavoza" no ha sido una buena idea. Yo creo que había otras muchas palabras más adecuadas. "Portavoza" no. De hecho, "voz" es una palabra femenina. Y, por tanto, con "portavoz" debería sonar mucho mejor "la" que "el". Pero somos animales de costumbres y el oído también se acostumbra. Aunque el problema no es que seamos animales de costumbres, sino que el problema es que vivimos en una caverna. Y el ambiente viciado durante siglos en un lugar que nunca hemos llegado a airear de verdad, provoca conexiones neuronales extrañas y perversas que acaban por ser asumidas como normales.

Pues eso. Quizás Irene Montero no eligió bien la palabra, cierto. Pero a la luz de las reacciones absurdas, irracionales y perfectamente coherentes con el aire viciado de la caverna, podemos decir que "portavoza" ha cumplido perfectamente su misión. ¿Por qué? Pues porque se les han encrespado las cerdas a más de un tertuliano y a muchos voceras cavernarios. Enseguida han reaccionado como ellos saben reaccionar: el insulto, la burla y las faltas de respeto constantes a una señora diputada. Porque al ser señora, es mucho más fácil reaccionar. Se saben seguros.

En esta maldita caverna las mujeres son olvidadas. O menospreciadas sin rubor. Por eso, cuando una se atreve a alzar la voz, las jaurías se lanzan a destruirla. ¿Para qué? Pues para escarmiento del resto. Si la que alza la voz es destruida, ¿se atreverán las otras a alzar la voz? Pero no. Ahora ya no. Porque ahora el feminismo ya no es simplemente una pataleta, como quisieron hacernos creer. Ahora el feminismo es un grito que, por fin, asumimos muchos como una denuncia de la desigualdad y la injusticia. Y, entre elegir a los cavernarios chistosos o a una "portavoza", elegimos a la portavoza.

En esta batalla no se trata de apoyar a una determinada opción política. Me da igual que sea de Podemos o de cualquier otro signo político. Se trata de apoyar sin fisuras el grito que reclama la igualdad y la justicia social -una más de las muchas justicias sociales que nos quedan por conquistar. Porque, como ya he dicho en otras ocasiones, ya no se trata simplemente de no reír los chistes machistas o de argumentar racionalmente lo que es racional, es decir, la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Ahora ya no se trata simplemente de eso. Ahora se trata de ser beligerante con los que no quieren mover nada, con los que siguen abusando de su poder machista. Y en este batalla, en este momento, cualquier duda, cualquier risita que apoye a los machistas, es un argumento para que sigan oprimiendo, abusando o incluso matando. Así pues, mis respetos y todo mi apoyo, señora portavoza.