23 enero, 2017

Sócrates y la pedagogía del siglo XXI

Comencemos. Primer principio: el deseo de conocer sólo aparece cuando somos conscientes de nuestra ignorancia. Segundo principio: nadie desea ser un ignorante ni ser reconocido como tal.

Estos principios socráticos se olvidan demasiado fácilmente en la caverna. Olvido secular, diría yo. O quizás no. Quizás nunca los hemos tenido suficientemente claros y jamás existió tal olvido. Pero es igual, ésta tampoco es una cuestión tan crucial. ¿Por qué? Pues porque quizás el verdadero problema secular y cavernario en educación aparece cuando intentamos definir en qué consiste aprender. Aquí sí que aceptaremos que hay un problema o, al menos, una clara disparidad de criterios. Porque muy a menudo hemos fundamentado el acto educativo en la repetición y en la adquisición de una serie de ténicas de repetición. Sin más, sin juzgarlo. ¿Está bien o mal? No juzguemos de momento. Porque lo importante es que, aceptando la repetición como método de aprendizaje, es cuando a mí me surgen otras preguntas que deben estar en el centro del debate: Nadie quiere ser un ignorante, cierto, ¿pero quién nos asegura que saldremos de la ignorancia, si sólo nos enseñan a repetir? Posible respuesta: cada profesor es una prueba viva de que repitiendo saldremos de la ignorancia. Pero, por favor, no. Esa no es una buena respuesta. ¿Es necesario que me entretenga a decir por qué? Igual sí.


Primer motivo. El éxito de un caso no demuestra la validez de una estupidez. Porque detrás de cada éxito en el sistema educativo, ¿cuántos fracasos hemos dejado por el camino? Un solo fracaso sí demuestra la invalidez del método. A Popper y el falsacionismo me remito.

Segundo motivo. Es cierto que los profesores somos expertos repetidores. Y también es cierto que, en general, nos creemos modelo de aprendizaje. ¿Por qué? Pues porque hemos pasado todas las pruebas desde que íbamos a la escuela utilizando la memoria. Durante toda nuestra vida de estudiantes, pasando por la universidad o, incluso, por las oposiciones, hemos utilizado la memoria como herramienta esencial. Sabemos repetir muy bien. Pero, ¿así aseguramos un aprendizaje en cualquier caso? Yo creo que no. Rotundamente, no. El aprendizaje es otra cosa. Me explico. Aprender ortografía, o una lista de reyes, o de hechos y fechas, o prender de memoria los métodos de resolución matemática, por si mismos, no tienen ningún sentido. ¿Cómo es eso? Pues no tienen sentido por el mismo motivo por el que nadie aprendería a batir huevos, si no fuese para hacerse una tortilla. Ni nadie aprenderá a coser, si no es para hacerse una falda o ponerse un botón en la camisa. Es decir, solo la conciencia de nuestra ignorancia ante un enigma que debemos resolver o una necesidad que debemos solventar es la que nos impulsa a encontrar soluciones. Extrapolemos esto. Sólo entenderemos qué es la libertad, ejerciendo la libertad. Y sólo entenderemos la responsabilidad, si tenemos la oportunidad de ser responsables. ¿Qué tal? ¿Estamos de acuerdo? Pues esto precisamente no se sustenta en la memoria. El aprendizaje es adquirir un comportamiento o un conocimiento que puede ser utilizado en nuestra vida ante un reto o una necesidad. Ahí lo dejo.

Y a esto es a lo que llamamos "aprendizaje significativo". Aprender es utilizar la memoria, también. Aunque la memoria no sea más que una de las capacidades que intervienen en el aprendizaje. Pero no la única. Ni tan solo la más básica. Y mucho menos, la que deba sustentar nuestra actividad como docentes. El fracaso educativo, proponiendo a la memoria como capacidad esencial, es el fracaso en repetir como cotorras.Y nuestro fracaso como docentes.

Una última cosa y para cerrar el círculo del artículo. Esto que ahora llamamos "aprendizaje significativo", desde mi punto de vista, no es más que una variante del principio socrático según el cual primero tenemos que saber que vivimos en la caverna para, después, ser conscientes de que no queremos vivir en ella. Por tanto: enseñemos la caverna, mostremos dónde nos hemos encerrado y propongámonos pensar en el afuera. Y así, quizás, otros nos enseñarán los caminos insospechados que nos ayudarán a crecer.

No hay comentarios:

Nos gustará escuchar tu opinión, aquí